Nuevos estudios locales sobre los efectos de la vitamina D en la salud
En esta nota se continúa informando sobre los aportes que miembros de nuestra comunidad científica realizan en investigaciones compartidas con otros grupos de diversos países del mundo. En esta oportunidad nos referimos a todo lo que hoy se va conociendo sobre esta vitamina.
Por Walter Manucha – PHD. Investigador del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo.
La vitamina D es considerada por sus múltiples y complejas funciones como una verdadera hormona puesto que pequeñas concentraciones regulan un sinnúmero de funciones en el cuerpo. Se puede encontrar en pequeñas cantidades en algunos alimentos, los que incluyen pescados como las sardinas, trucha y el atún.
Para hacer la vitamina D más accesible a la población se la agrega a los productos lácteos, jugos y cereales y así se dice que esos productos están “enriquecidos con vitamina D”. Pero la mayor parte de la vitamina D se obtiene por la exposición a la luz solar.
La vitamina D cumple funciones como prevención y el tratamiento del raquitismo, una enfermedad producida por su falta (deficiencia de vitamina D). Se usa también para el tratamiento de la debilidad ósea (osteoporosis), el dolor de huesos (osteomalacia), la pérdida ósea en las personas con un trastorno llamado hiperparatiroidismo, y una enfermedad hereditaria en la cual los huesos son especialmente frágiles y se quiebran fácilmente.
También se usa para la prevención de fracturas en las personas con riesgo por osteoporosis y para prevenir el desarrollo de bajo nivel de calcio y pérdida ósea en las personas con insuficiencia renal.
De público conocimiento, la vitamina D participa en funciones relacionadas con el fósforo y calcio corporal y por lo tanto su alteración produce consecuencias a nivel de huesos y riñones, entre otras.
Por otro lado y menos conocido a nivel de la población general, recientes reportes científicos sugieren que los niveles bajos de vitamina D representan un factor de riesgo de múltiples enfermedades aparentemente diferentes tales como las infecciosas, autoinmunes, enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares, diabetes, osteoporosis y el cáncer. Además, la insuficiente cantidad de Vitamina D parece predisponer a la hipertensión, insuficiencia cardíaca y la insuficiencia renal crónica.
La elevación de la angiotensina, una sustancia descubierta por el doctor Braun-Menéndez y su grupo en nuestro país hacia 1939 y cuya función original fuera regular la presión arterial, ha sido también asociada como el déficit de vitamina D, con las causas de la hipertensión, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y la enfermedad del riñón. Un posible vínculo entre la alteración de los niveles de vitamina D y la angiotensina es muy factible si se tiene en cuenta que estas dos sustancias están presentes en los mismos sitios del cuerpo.
Además, la actividad de angiotensina y vitamina D parecen estar inversamente relacionadas, por lo que es posible especular que ambos sistemas se regulan entre sí. Desde un punto de vista evolutivo humano, los dos sistemas se desarrollaron al mismo tiempo y comparten una activa participación en la regulación de mecanismos inflamatorios e inmunológicos.
Recientemente, nuestro laboratorio en colaboración con EEUU, publicó en una revista científica muy importante denominada American Journal of Physiology, Renal Physiology, que la angiotensina disminuye los niveles de vitamina D y esta compleja relación estaría directamente relacionada con la enfermedad cardíaca y renal.
Así, la obstrucción del tracto urinario, una causa frecuente de insuficiencia renal en niños y adultos, comparte con la hipertensión y enfermedades renales progresivas, un mecanismo causal equivalente que produce pérdida de la función renal. Además, datos experimentales y clínicos indican que la deficiencia de vitamina D así como la elevada cantidad de angiotensina, desempeñan un papel fundamental en la progresión de la enfermedad renal asociada con la nefropatía obstructiva y la hipertensión.
Por otro lado y en apoyo a nuestros resultados, varios grupos de científicos que investigan sobre este tema informaron que niveles adecuados de vitamina D modifican la progresión de la enfermedad renal crónica y protegen la función renal durante la hipertensión, siendo esto de suma importancia no solo para el conocimiento científico sino y más importante aún, para beneficio de la población a través de la educación y actualización médica.
Además, existe mucha evidencia de posibles efectos reguladores de vitamina D sobre angiotensina, así también como anti-inflamatorios y de forma inédita; nuestro grupo de investigación ha descripto la localización mitocondrial (una organela celular que participa de la producción de energía para las células) de vitamina D (Figura 2). También, un importante estudio que investigó niños con enfermedad renal crónica sugiere como agente causal a la deficiencia de vitamina D nutricional asociado con trastornos cardíacos.
Conclusiones y perspectivas
Se conoce que la enfermedad renal crónica se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. La deficiencia de vitamina D es común en pacientes con enfermedad renal crónica. En los estudios epidemiológicos, la deficiencia de vitamina D y la ausencia de tratamiento con ésta se asocia con la mortalidad cardiovascular.
Sin embargo, y a pesar de que múltiples mecanismos intentan explicar cómo la enfermedad renal asociada al déficit de vitamina D puede influir en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, sigue siendo tema de controversias y discusión entre los laboratorios de investigación.
Mientras tanto, en nuestro medio, con objetivos planteados en un modelo de enfermedad renal como lo es la obstrucción ureteral unilateral completa en ratas adultas, se continúa estudiando las alteraciones estructurales y funcionales a nivel de corazón y el riñón así como el grado de compromiso de la vitamina D.
Nuestros resultados podrían aportar al conocimiento existente sobre la importancia del riñón y el déficit de vitamina D durante la enfermedad renal asociados al desarrollo de eventos electrofisiológicos cardíacos tempranos como arritmias cardíacas.
Lo que resulta indiscutible es que la vitamina D resulta un factor clave para comprender un poco mejor a enfermedades de larga data y difícil resolución como lo son la hipertensión arterial, insuficiencia renal, enfermedades infecciosas, autoinmunes, neurodegenerativas, cardiovasculares, metabólicas como la diabetes, osteoporosis y hasta el cáncer.
Finalmente, al condicionamiento genético podemos sumarle hábitos saludables como el consumo de alimentos que aportan nutrientes, la práctica de ejercicios frecuentes, realización de controles médicos, participación de actividades recreativas; todo lo cual contribuirá a mantener los niveles de vitamina D dentro de los parámetros requeridos para contribuir con nuestra salud concebida como un verdadero estado de equilibrio biológico, psicológico y social.