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Mendoza inundable

El investigador del Conicet, Alberto Vich, dijo que los diques son sólo un sistema de defensa y que se deben hacer pequeñas obras como reservorios de agua o reforestación. Recalcó que la urbanización del piedemonte no puede seguir sin controles. Autocrítica.

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9 de abril de 2013

Fuente: Verónica Gordillo – MDZ Online. El investigador del Conicet, Alberto Vich, aseguró que si existe una lluvia de características extraordinarias la ciudad se podría inundar. Dijo que para mejorar el sistema de defensa aluvional no es necesario hacer grandes obras, sino reformar el desagüe del centro y evitar que continúe la degradación del piedemonte, donde propuso hacer pequeños reservorios de agua y reimplantar vegetación autóctona.


Vich hizo un diagnóstico del sistema aluvional de Mendoza, criticó el concepto de que la ciudad no puede crecer hacia el Este y dijo que es necesario controlar la extensión hacia el Oeste, ya que la degradación no se detiene.

Vich dijo que aunque la ciudad está protegida por diques, esto no es suficiente.

Para el ingeniero en Recursos Hídricos el tema aluvional se debe analizar en forma multidisciplinaria y dijo que cualquier obra que se realice sólo logrará impacto si la comunidad está involucrada.

El docente fue autocrítico. Dijo que la sordera entre el gobierno y los investigadores es mutua, aunque existan estudios que plantean soluciones de bajo costo para reforzar el sistema aluvional.

El diagnóstico

¿Cuál es el diagnóstico sobre la problemática aluvional?

– La única fuente es la lluvia, que al precipitar sobre una superficie que normalmente carece de vegetación o está impermeabilizada por la construcción de viviendas, calles, genera una elevada tasa de corrimiento. Ahora bien, hay que ver qué lluvia: la que cae en el Oeste de Mendoza, o la que cae sobre la ciudad, porque son dos problemas distintos con dos tratamientos diferentes, pero ambos generan un gran problema.

¿Cuáles son esas diferencias?

– Si la lluvia cae en el Oeste (desde Boulogne Sur Mer hasta la precordillera) todos los cauces que existen en esta región que llamamos piedemonte corren de Oeste a Este, atraviesan la ciudad y su principal colector es el canal maestro Cacique Guaymallén. Pero hay que tener en cuenta las características de la zona: pendientes muy abruptas, escasa vegetación por presión antrópica y con esto me refiero a la eliminación de la vegetación por distintas actividades, ya sea pastoreo, extracciones, hasta los que hacen enduro. Esta última genera un impacto monstruoso, surcos que se transforman en cauce, con el ruido espantan la fauna y como tienen escapes libres es muy común que ocurra algún incendio. Entonces todas las que son actividades de enduro son peligrosísimas desde el punto de vista ambiental. 

Vich dijo que la comunidad debe involucrarse en el tema.

¿En el caso del Oeste qué se debe hacer?

– En este caso tengo que tratar de retener el agua antes de que ingrese a la ciudad. La puedo retener y retardar y después que vaya de manera controlada y lenta a través de los distintos zanjones de la ciudad a su destino final que es el  Cacique Guaymallén y desde ahí hacia donde corresponda. Ese es un problema.

¿Y el otro, el de la ciudad?

– Cuando llueve en la ciudad tengo un sistema de desagüe que está integrado por zanjones, canales y acequias que tienen una doble función: regar el arbolado público y evacuar los excedentes hídricos que precipitan sobre la ciudad. 

¿Cuál es el mayor inconveniente?

– El problema es cuando se dan los dos juntos, es decir lluvia en el Oeste y en la ciudad, que es lo común. Cada uno tiene un tratamiento, en el primer caso es retener y retardar, en el segundo caso no puedo eliminar las viviendas, entonces tengo que buscar algún método para retener y evitar que ciertas calles se inunden. Como ve, son prácticas distintas: en el primer caso me alcanza con algunos sistemas de corrección primero la vegetación natural, que es el principal regulador de las tasas de escurrimiento, cuando eso no es suficiente porque estamos en un desierto debo recurrir a pequeñas obras, no las grandes que están pensadas y proyectadas como puede ser el sistema Chacras de Coria, no son las apropiadas, sino pequeñas obras con el objeto de retener y retardar el escurrimiento y no almacenarlas en un solo sitio, sino en miles de sitios distribuidos a lo largo del piedemonte.

Vich dijo que la ciudad y el piedemonte tienen problemas y soluciones distintas.

¿Y en la ciudad?

– En la ciudad debo evitar la demasiada impermeabilización de las calles, a veces la calle trae más agua que la acequia. Eso se da porque el sistema de desagüe no está funcionando apropiadamente, porque a veces se tapa, es decir, que hay un problema de gestión municipal en cuanto a la limpieza, por otro lado hay un problema de diseño porque no hay posibilidad que ingrese el agua de la calle a la acequia porque tengo un cordón de hormigón, en otros casos están tapadas. Esos serían algunos de los problemas.

¿Y las acequias?

– El problema es el diseño de la red de acequias, están pensadas para riego. En riego, cuando me voy aguas abajo cada vez tengo menos cultivo, necesito menos agua y por lo tanto el canal es más chico. En nuestro caso eso no funciona, por eso tenemos problemas al final de ciertas calles, por ejemplo San Martín que colecta el agua de todas las calles y tiene acequias relativamente chicas, pese a los desagües que se han hecho.

¿Cuáles serían las soluciones?

– Lo que hay que hacer es un redimensionamiento de toda la red de drenaje actual. En segundo lugar empezar a generar técnica para empezar a retener y retardar agua, siempre en forma provisoria.

¿Eso se puede hacer en los dos escenarios que me planteó, el Oeste y la Ciudad?

– Sí. En la ciudad una forma de retener el agua sería aprovechar ciertos bajos, almacenar en forma transitoria el agua, luego liberarla en forma controlada. También se puede hacer en las viviendas, si se tiene lugar.

Fuente: Libro “Amenazas naturales de origen hídrico enel Centro-Oeste  árido de Argentina“.

¿Se hicieron algunos cambios en los últimos años?

– El único cambio significativo, aunque me parece que es insuficiente, lo hizo la municipalidad de Capital cuando reformó toda la calle San Martín y se recuperó en parte el viejo zanjón y se rehabilitaron los zanjones de la Alameda. Esa fue una buena iniciativa. Es insuficiente, no alcanza con eso, porque muchas veces el destino final de todos esos desagües son los zanjones: el Frías, Los Ciruelos y a veces vienen tan llenos que impiden la salida del agua de la ciudad. Por eso, deberíamos hacer medidas en el Oeste, cosa que no ingrese agua desde ese sector. O si ingrese, que sea mucho después de cuando salió el agua de la ciudad. 

Bajas defensas

¿Hoy la ciudad tiene un buen sistema de defensa?

– No se va caer ningún dique, lo que no implica que la ciudad no se inunde. A raíz del desastre del ’70 (cuando se produjo el aluvión por la rotura del Frías) todo estos diques fueron reformulados, algunos más altos, en otros casos se construyó una estructura de seguridad. Supongamos que caiga una lluvia de características espectaculares probablemente no se caiga ningún dique, pero los diques no van a tener capacidad suficiente para transportar el agua y la ciudad se va a inundar. Los diques simplemente protegen a la ciudad para un evento de una determinada probabilidad de ocurrencia, no le pidamos más, no tiene la culpa ni el ingeniero ni el proyectista. En el fondo es una decisión política, la obra tiene esa función. Y este es un problema que muchas veces fue dejado para los ingenieros y no es para la ingeniería, es un problema mucho más grande, de ordenador del territorio, de urbanismo, de biólogos, de conservacionista, de ingenieros, de hidrólogos, se necesita un estudio multidisciplinario y fundamentalmente que la gente participe.

El investigador explicó que se debe refuncionalizar el sistema de acequias.

¿Cómo puede participar la comunidad?

– Que se entere que están haciendo una obra, que mire, que la sienta como suya y va a ver cómo ese individuo va a empezar a cuidar mejor, cuando vea alguien tirando basura en la acequia le va a decir pará un poco. Lo que necesitamos es que el barrio se apropie de la obra, que se comprometa la población, los resultados van a ser más interesantes y va a existir más solidaridad. Cuando planteo distintas alternativas para proteger al Gran Mendoza de la problemática aluvional tengo que hacerlo integrando a distintas organizaciones comunitarias, no puedo venir como experto y dejarlo de lado a los otros, eso no funciona. Otro de los trabajos que habría que tomar en cuenta es el sistema educativo, nosotros tenemos que decir que vivimos en el desierto, debemos aprender a vivir con esa circunstancia. 


Avance sin control

¿Cuál es el principal problema que tiene el sistema en el Oeste?

– El principal problema es que la ciudad avanza hacia el Oeste, no avanza hacia el Este por esa falsa dicotomía de que estamos perdiendo las mejores tierras productivas, es falso. ¿Y la seguridad de la ciudad? No estamos hablando de una persona, estamos hablando de un millón  que viven en el Gran Mendoza, que merecen ser protegidos. Si sigue el crecimiento debe ser bajo ciertas normas y así mismo va a aumentar siempre la tasa de escorrentía que va a recibir la ciudad después.

¿La ciudad puede seguir creciendo hacia el Oeste?

– No debe crecer más hacia el Oeste.

¿Ni siquiera haciendo obras?

– No tengo que hacer obras, tengo que mitigar la formación del aluvión y más que esto la tasa de escorrentía, es decir la cantidad de agua. Cuanto más impermeabilizada está una zona mayor es esa tasa de escorrentía superficial menos es lo que se infiltra, entonces debemos buscar los mejores procedimientos para que infiltre el agua.

Sordera

Vich dijo que la ciudad no puede serguir creciendo sin controles hacia el Oeste.

¿Alguien escucha, porque la sensación es que ustedes investigan yotros gestionan pero nunca se juntan. Ustedes no hablan lo suficiente o la otra parte no escucha?

– La sordera no es de un solo lado. Nosotros –como centro- crecimos con un gobierno que nos habilitó, cuando fue ministro Lafalla (Arturo), con Bordón (José Octavio) se establecieron una serie de proyectos y programas desde este centro regional. Bordón financió un proyecto experimental, que después Lafalla llevó a una gran escala. Cuando estaba Carmona (Guillermo ex secretario de Medio Ambiente) vimos una posibilidad de reflotar en parte esto, pero se fue y no logró concretarse. Por otro lado vamos a reconocer que nosotros cometemos errores. Nuestra función no es hacer obras a terceros, pero muchas veces estamos más preocupados en divulgar parte de nuestras investigaciones en revistas que leen los especialistas y no en la comunidad en general. Es decir, tampoco el sistema científico local tiene algún sistema para transferir gran parte de los trabajos que acá se desarrollan. El investigador no sólo debe hacer su tarea, que para eso le pagan y de esa forma lo evalúan, algunos consideran que quizá es perder tiempo hacer transferencia.