Noticias

Estudian fallas que causarían sismos

Sólo se las ha identificado pero no se conoce la peligrosidad de cada una. Desde el CONICET buscan establecer la intensidad máxima de movimiento que podría generar cada una. Todas están en el pedemonte.

Compartir en redes sociales
8 de julio de 2014

Un grupo de investigadores del CONICET está desarrollando un estudio de las fallas existentes en el pedemonte mendocino para establecer su importancia y la intensidad máxima del sismo que podrían generar. Si bien existe un catálogo de estas formaciones, que data de 2000, sólo se las ha identificado pero no se conoce la peligrosidad de cada una. El estudio comenzó en el norte de la provincia y esperan poder avanzar en otros sectores.

Stella Moreiras, doctora en Ciencias Geológicas y directora del proyecto, detalló que resulta fundamental estudiar las fallas activas que podrían ser potencialmente sísmicas en el Norte de la provincia, ya que es donde se han producido los sismos de mayor intensidad. El terremoto más fuerte que se ha registrado históricamente en Mendoza fue el de 1861, que alcanzó una magnitud de 7,2, pero la especialista indica que en 1864 se produjo uno de 8,2 en el norte de San Juan. Pese a esto, cuando se realiza una comparación a lo largo del tiempo, se advierte que nuestra provincia ha sido afectada por sismos de más de 6,5 con mayor frecuencia que la vecina.

La investigadora explicó que las fallas tienen rasgos característicos en el terreno y por eso pueden ser reconocidas a través de imágenes satelitales o fotografías aéreas. Pero esta primera aproximación debe ser acompañada por una medición en terreno, que permite establecer la importancia de la formación y el sismo máximo que se estima podría generar. Asimismo, en el lugar se identifican niveles, que pueden ser fechados, para establecer la recurrencia de eventos sísmicos en el pasado y comprender el mecanismo de cada falla. 

Moreiras plantea que completar el catálogo de estas formaciones también es importante porque sólo se han identificado las que están en la superficie, pero no las que se conocen como “fallas ciegas”, que están en el suelo pero no tienen expresión superficial (y se interpretan a partir de modelos estructurales). 

El proyecto de estudio del sector norte de Mendoza cuenta con financiamiento del CONICET. Moreiras destaca la importancia de que este tipo de relevamiento se realice en otras partes del territorio. Asimismo, señaló que no existe financiamiento específico del Estado provincial, pese a que se trata de una zona sísmica, y que las investigaciones se desarrollan por el interés de especialistas que se postulan para obtener fondos. 

Sacudón corto y superficial

Con el antecedente del terremoto de 2010 en Chile, Carlos Frau, ingeniero del CeReDeTeC (Centro Regional de Desarrollos Tecnológicos par la Construcción, Sismología e Ingeniería Antisísmica de la UTN), explica que existe una importante diferencia entre los sismos a un lado y otro de la Cordillera. La causa madre de ambos es la geodinámica de las placas Sudamericana (continental) y Nazca (marítima), que se mueven en direcciones opuestas y se comprimen.

Sin embargo, los terremotos chilenos son entre placas, es decir, se generan por el contacto de la Nazca y la Sudamericana, mientras los sismos argentinos se originan en fallas activas que se ubican en el interior de la placa continental (intraplaca). De ahí que las magnitudes máximas que se pueden esperar en Cuyo y el Noroeste argentino están por lo menos una unidad por debajo de las probables en Chile. 

Por otra parte, los sismos chilenos provocan grandes ondulaciones del terreno: una vibración casi continua, relativamente uniforme y distribuida en un prolongado espacio de tiempo. Frau recuerda que el de 2010 tuvo una duración de casi dos minutos. Además, estas ondas llegan suavizadas al otro lado de la Cordillera. En cambio, el tipo de movimiento de suelo que producen los terremotos que se originan en fallas locales es de tipo “sacudón” y de pocos segundos de duración (la fase principal del de 1985 en Mendoza no superó los seis segundos). 

De todos modos, Frau resalta que los terremotos intraplaca de moderada magnitud (6 a 7) y con foco superficial pueden causar daños mayores que los de altas magnitudes de tipo interplaca, con focos profundos o con epicentros distantes. 

Stella Moreiras comenta que, en lo posible, deberían evitarse las construcciones sobre la traza de las fallas potencialmente sísmicas, o tomar medidas de seguridad adicionales en las edificaciones que se levanten en las zonas cercanas. Sin embargo, Carlos Frau señala que los efectos de la falla cercana se observan hasta una distancia de unos 15 kilómetros con respecto a la formación.

Fuente: Diario Los Andes