Una lectura territorial del patrimonio chacrense
Esta nota pretende indagar en algunos bienes arquitectónicos del distrito, no con la idea de profundizar en sus características de forma individual, sino con el objetivo de obtener lecturas que surgen de la articulación entre los diferentes bienes con su contexto, ampliando la escala de observación.
Por Paula Martedí y Matías Esteves (Grupo Historia y Conservación Patrimonial, Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA) – CONICET)
En este sentido, se revisaron diversos inmuebles (algunos con declaratoria patrimonial y otros que aún no la poseen, pero que claramente presentan valores históricos, creativos y/o simbólicos), sus características históricas y su relación con el paisaje en que se encuentran. Realizar esta tarea resultó un desafío debido a las grandes transformaciones territoriales que actualmente atraviesa el distrito, asociadas principalmente a su crecimiento urbano.
Remontándonos a finales del siglo XIX, resalta la vitivinicultura como actividad productiva y la construcción del ferrocarril que impulsaron grandes cambios sociales, económicos y culturales en toda la provincia y el distrito de Chacras no fue ajeno a esta situación. A partir de ambos hechos, comenzamos a revisar los bienes patrimoniales de Chacras e identificamos de forma clara dos ejes patrimoniales en el distrito: por lado, la calle Mitre y, por el otro, Viamonte.
A lo largo de Mitre se localizan varios bienes arquitectónicos de principios del siglo XX como la casa Bonillo Cubillos, la casa del Dr. Levy, la casona en la intersección de Mitre y Santos Vegas, la vivienda de Francisco Correa, la estación ferroviaria, entre otros. Es decir, que esta calle se presentaba asociada -en mayor medida- con el uso residencial, donde suponemos que la presencia de la estación Paso de Los Andes y del ferrocarril Trasandino convirtió a Mitre en la principal senda de comunicación entre la estación y la Plaza General Espejo.
En la calle Viamonte aún se puede observar la presencia de bodegas (algunas en uso, otras con nuevas funciones y otras como relictos del paisaje) que dan cuenta de esta vía como un eje fuertemente anclado a lo productivo. Las antiguas bodegas de la familia Elaskar, la ex bodega La Misión, la demolida Aguinaga y la Bodega Viamonte -al final de la calle-, son testigos de esta actividad junto con algunas casonas patronales, como la Casa Mazzolari-Cerutti, la casa de verano de la familia Diez, la Villa María, la casona Santa María e incluso la mansión Aguinaga sobre calle Almirante Brown, pero que aún es visible desde la nueva rotonda que se construyó poco tiempo atrás.
La identificación de estos dos ejes nos permitió mirar el patrimonio y la forma en que son considerados dentro de su contexto y en el marco de las actuales transformaciones urbanas, para contribuir al reconocimiento y valorización de aquellos bienes que le aportan identidad a Chacras de Coria.
En este sentido, resulta muy acertada la ruta turística propuesta por el municipio en torno al centro cívico y la calle Mitre, ya que permite acercar el patrimonio arquitectónico tanto a los turistas como a los nuevos vecinos de Chacras. No obstante, nos gustaría aportar a ese recorrido que no sólo la arquitectura es protagonista, sino que también se encuentran otros elementos en el territorio que hay que considerar, como las grandes arboledas, las acequias y veredas, jardines y hasta surtidores de agua públicos de épocas pasadas. Estos elementos articulados entre sí se enriquecen mutuamente y conforman este gran paisaje histórico asociado a lo residencial sobre calle Mitre.
Por su parte, Viamonte es un eje clave que debería ser incluido en el recorrido, ya que también aporta a la historia del distrito. Afortunadamente, varias bodegas han sido refaccionadas y hoy funcionan con otras actividades, como restaurantes o bares, pero considerar la articulación de estos edificios con otros elementos del medio como son los zanjones y canales de riego o las cortinas de álamos que aún se encuentran en los predios, permitirían potenciar su importancia e impronta en el paisaje cultural, ofreciendo un producto más enriquecedor tanto para el turismo como para la población local y su vinculación con la historia.
De esta manera, se desprende la importancia que tiene el patrimonio a escala territorial, ya que su reconocimiento funciona como un orientador privilegiado al momento de la toma de decisiones tanto para la planificación de proyectos de renovación urbana, rutas turísticas o puesta en valor de un edificio y su predio, ya que los bienes arquitectónicos en relación directa con otros elementos del territorio brindan singularidad al paisaje chacrense frente a otras localidades del oasis norte de Mendoza.