Revelan cómo era la visión de un mamífero sudamericano que se extinguió hace 3 millones de años
El estudio, publicado en Communications Biology, fue realizado por un equipo de especialistas del CONICET y del Museo Americano de Historia Natural de Estados Unidos.
Thylacosmilus atrox. Reconstrucción artística de Jorge L. Blanco.
Por medio de tomografías computadas y reconstrucciones virtuales en 3D, un equipo internacional de investigación, integrado por especialistas del CONICET y del Museo Americano de Historia Natural de Estados Unidos (AMNH), pudo reconstruir cómo era la visión de Thylacosmilus atrox, más conocido como “marsupial dientes de sable”, un mamífero carnívoro perteneciente al grupo de los esparasodontes, que vivió en América del Sur desde el Mioceno Tardío hasta su extinción, hacia mediados del Plioceno, hace tres millones de años.
“Thylacosmilus era un mamífero hipercarnívoro, de gran tamaño, que habría rondado los cien kilos de masa corporal. Tenía caninos extremadamente grandes como dagas, pero de crecimiento continuo, algo nunca visto en otros mamíferos depredadores. Esta investigación tuvo como objetivo interpretar cómo era la visión de este particular depredador y, de esta forma, aportar a las hipótesis sobre su estrategia de caza y cómo su hábito de vida se acomodaba a sus caninos hiperdesarollados”, cuenta Charlène Gaillard, becaria doctoral del CONICET en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.) y autora del estudio.
Para poder reconstruir el sistema visual de este mamífero el equipo analizó el tamaño y la orientación de las órbitas óseas y descubrió que, a diferencia del patrón del carnívoro tradicional, de órbitas oculares convergentes y con una visión orientada hacia adelante, Thylacosmilus atrox es el único de los esparasodontes con las órbitas orientadas hacia los laterales.
“En el caso de los herbívoros, sus órbitas están orientadas lateralmente, otorgándoles una visión panorámica, lo cual les permite vigilar el entorno y detectar la presencia de los depredadores. Por el contrario, estos últimos tienen órbitas óseas que convergen hacia el frente lo que posibilita la superposición del campo visual de ambos ojos, enviando dos imágenes ligeramente diferentes al cerebro que las interpreta en tres dimensiones (estereoscopía). Esto permite calcular distancias y ubicar a las presas con gran precisión en el espacio”, explica Ross MacPhee, especialista del AMNH y otro de los autores del trabajo.
A pesar de la orientación lateral de sus ojos, el equipo afirma que Thylacosmilus habría compensado la baja convergencia y logrado la estereoscopía mediante la reorganización completa de sus orbitas. “La orientación de sus orbitas en relación al plano del paladar y la base del cráneo es extrema en Thylacosmilus, comparada con otros carnívoros. Tal orientación es el resultado del compromiso morfológico entre la función primaria del cráneo, que es alojar a los órganos de los sentidos, y la generación de suficiente espacio para acomodar a los grandes caninos, cuyas raíces llegaban al dorso del cráneo”, detalla Analía Forasiepi, investigadora del CONICET en el IANIGLA, también partícipe del hallazgo.
El estudio, publicado en Communications Biology, también revela que el desplazamiento lateral de las órbitas es solo una de las diversas modificaciones craneales que se observan en este depredador. La barra postorbital es una característica única de esta especie, no observada en ningún marsupial depredador actual. De acuerdo a los especialistas, esta barra postorbital habría proporcionado una superficie adicional de unión a la musculatura de la fosa temporal involucrada en la masticación, y protegido al globo ocular de la deformación ante la acción de los músculos masticatorios.
Por último, el equipo de profesionales se preguntó acerca del tamaño de los caninos de Thylacosmilus y su crecimiento continuo: “Los estudios previos sugieren que los caninos hiperdesarrollados habrían facilitado apuñalar a las presas sobre las partes blandas, infligiendo una profunda herida mortal. La mordida habría estado dirigida por la poderosa musculatura cervical y asistida por las patas delanteras con capacidades de manipulación. Aunque los caninos redujeron su capacidad visual resultaron ser herramientas útiles para Thylacosmilus, que prosperó como un depredador de emboscada en las praderas del sur de América del Sur durante millones de años. Su particular morfología impide realizar interpretaciones paleobiológicas con modelos actualistas, al tiempo que invita a explorar distintas metodologías analíticas para intentar interpretar aspectos de su forma de vida”, concluye Forasiepi.
Referencia bibliográfica:
Gaillard, C., MacPhee, R. D. E., and Forasiepi, A. M. (2023) Seeing through the eyes of the sabertooth Thylacosmilus atrox (Metatheria, Sparassodonta). Communications Biology. DOI: 10.1038/s42003-023-04624-5. |