Resta mucho para que el derecho al agua sea realidad
La escasez de agua, las inundaciones y la falta de gestión adecuada de las aguas residuales menoscaban el desarrollo social y económico.
Por: Guillermina Elías – Becaria doctoral IANIGLA
El 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.
Anteriormente, en 2002, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales había adoptado la Observación General Nº 15 sobre el derecho al agua, estableciendo que “el derecho humano al agua es indispensable para una vida humana digna”.
Dicha Observación también define el derecho al agua como “el derecho de cada uno a disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para su uso personal y doméstico. ”De acuerdo a ONU, el derecho humano al agua y al saneamiento implica que el agua debe ser:
Suficiente: el abastecimiento de agua por persona debe ser suficiente y continuo para el uso personal y doméstico. Estos usos incluyen de forma general el agua de beber, el saneamiento personal, la preparación de alimentos, la limpieza del hogar y la higiene personal. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), son necesarios entre 50 y 100 litros de agua por persona y día para garantizar que se cubren las necesidades más básicas y surgen pocas preocupaciones en materia de salud.
Saludable: el agua necesaria, tanto para el uso personal como doméstico, debe ser libre de microorganismos, sustancias químicas y peligros radiológicos que constituyan una amenaza para la salud humana.
Aceptable: el agua ha de presentar un color, olor y sabor aceptables para ambos usos, personal y doméstico. Todas las instalaciones y servicios de agua deben ser culturalmente apropiados y sensibles al género, al ciclo de la vida y a las exigencias de privacidad.
Físicamente accesible: todo el mundo tiene derecho a unos servicios de agua y saneamiento accesibles físicamente dentro o situados en la inmediata cercanía del hogar, de las instituciones académicas, en el lugar de trabajo o las instituciones de salud. De acuerdo con la OMS, la fuente de agua debe encontrarse a menos de 1.000 metros del hogar y el tiempo de desplazamiento para la recogida no debería superar los 30 minutos.
Asequible: el agua y los servicios e instalaciones de acceso al agua deben ser asequibles para todos. Se sugiere que el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos del hogar.
En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y en el contexto de una pandemia global, el avance en el cumplimiento del Objetivo 6: Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos, aún reporta datos alarmantes. Se espera que hacia 2050 la población mundial, que hoy se calcula en 6,8 mil millones de personas, se haya duplicado. Además del agotamiento de los recursos naturales mundiales que se prevé, la urbanización, las migraciones, las nuevas formas de uso de los suelos, la crisis económica mundial, los cambios climáticos y la mayor frecuencia e intensidad de las catástrofes naturales tendrán efectos considerables en los recursos hídricos. En este sentido, aún son muchas las personas sin acceso a suministros de agua e instalaciones de saneamiento gestionados de manera segura. La escasez de agua, las inundaciones y la falta de gestión adecuada de las aguas residuales menoscaban el desarrollo social y económico. Es crucial un aumento del uso eficiente de los recursos hídricos y la mejora de su gestión para equilibrar las crecientes y concurrentes demandas de agua de numerosos usuarios.
El agua es un elemento indispensable para la vida, y tanto su acceso como el saneamiento son fundamentales para prevenir y hacer frente a enfermedades y epidemias. Exigir este derecho es imprescindible para el desarrollo de la vida misma, para la salud, un ambiente adecuado, producción económica, cultural, aspectos que hacen a la vida individual y social y, por sobre todo, a la dignidad del hombre. Reconocer formalmente este derecho humano y hacerlo efectivo, debe ser una manera de estimular a la comunidad internacional y a los gobiernos para que redoblen sus esfuerzos hacia el desarrollo del ser humano y la satisfacción de las necesidades básicas.
A once años del reconocimiento del derecho humano al agua y al saneamiento, y en tiempos en los que se pierden millones de vidas a causa de un virus desenfrenado, hay quienes aún no cuentan con acceso a un adecuado saneamiento y agua potable… ni a una calidad de vida digna.