Divulgación Científica

Plantas urbanas: especies que intoxican

A pesar de la relación entre las plantas y el hombre, algunas especies afectan la salud y vida de los seres humanos.

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24 de septiembre de 2018

Por Eduardo Martínez Carretero – Grupo de Geobotánica y Fitogeografía. (IADIZA) / Melisa B. Martínez – Hospital Central de Mendoza

El uso de las plantas acompaña al hombre a lo largo de su historia. Basado en la minuciosa observación de la naturaleza y de sus componentes, y en el ensayo y error, el hombre empleó los recursos naturales para satisfacer sus necesidades espirituales y físicas de alimento, vestimenta, cura de enfermedades propias y de sus animales. Por ello, la relación entre los seres humanos y las plantas es profunda y permanente. 

Las plantas ocuparon siempre un lugar relevante y no existe prácticamente ningún pueblo que, entre sus pautas culturales, no haya incluido el uso de los vegetales. Asimismo, desarrollaron algún sistema de práctica médica que reconoce las causas de las afecciones, las diagnostica y genera procedimientos de alivio o cura. Estas prácticas se traspasaron y perfeccionaron de generación en generación, principalmente por vía oral, y se las denominó medicina tradicional.

La relación del hombre con las plantas se trata desde la Etnobotánica, rama del conocimiento que estudia las interrelaciones entre los grupos humanos y las plantas, a través del tiempo y en diferentes ambientes, y desde la Fitomedicina, estudio del uso de las plantas basado en la investigación científica.

A medida que las personas se han reunido  en áreas urbanas se ha ido perdiendo el contacto con las plantas nativas y el conocimiento sobre sus posibles usos. Se suma a ello el intenso ingreso de especies exóticas con fines ornamentales desde regiones muy distantes y con nulo conocimiento popular de las posibilidades de cada una.

De esta manera, ciudades como Mendoza y otras de la región seca de Argentinaposeen una rica flora urbana constituida por especies ajenas a nuestro ecosistema natural. Esto se debe principalmente a que la flora nativa presenta adaptaciones como espinas, flores pequeñas y hojas reducidas, que la hace menos atractiva para jardinería.

Todas las plantas poseen dos tipos de metabolitos (molécula empleada o producida durante el metabolismo): los primarios y los secundarios. Los primarios (como azúcares, lípidos, ceras, proteínas, etc.) hacen a la vida del vegetal; mientras que los secundarios (por ejemplo aceites esenciales, alcaloides, etc.) no, y resultan de la adaptación de la especie a su ambiente o como mecanismo de defensa ante los herbívoros.

Para la fitomedicina, los metabolitos secundarios son mayoritariamente los de interés. En ocasiones, dependiendo de su concentración, son tóxicos para las personas y mamíferos en general.

En el ámbito de la ciudad, en los espacios verdes, públicos y privados, se encuentran especies  usadas en la cocina como el orégano (Origanum vulgare), salvia (Salvia officinalis), menta (Mentha x piperita), perejil (Petroselinum crispus), y otras de interés medicinal en afecciones gastrointestinales como el ajenjo (Artemisia verlotorum), burro (Lippia citriodora), carqueja (Baccharis trinervis), en ocasiones cultivadas en macetas o pequeñas parcelas en el jardín.

Sin embargo, numerosas especies ornamentales comunes resultan tóxicas para las personas y mascotas. Con la popularización de la idea de que todo lo que es verde es natural, y por ende sano, la ingesta de algunas de estas especies ocasiona trastornos a la salud.

Entre estas especies se encuentra el potus (Epipremnum pinnatum), la sandalia (Monstera deliciosa), el espatifilum (Spatiphyllum wallisii) y la cala (Zantedeschia ethiopica), todas pertenecientes a la misma familia y todas abundantes en cristales de oxalato de calcio que ocasiona irritación de labios y sensación de quemado e inflamación del esófago.

El laurel rosa (Nerium oleander), comúnmente empleado como loción contra la sarna, por ingestión ocasiona náuseas, vómitos y afecta el ritmo cardíaco. La hiedra (Hedera helix), ampliamente empleada contra la tos ferina, puede, en exceso, provocar síndrome enterocolítico. La ingesta de los frutos de la madreselva (Lonicera japonica), cuyas flores son apreciadas en la medicina tradicional de Japón como antibacteriales, produce vómitos, diarreas y taquicardia.

Valorar la flora urbana implica ser precavido evitando el acceso directo de los niños y las mascotas a estas especies, minimizando o evitando el riesgo de intoxicación.

Otras especies, por el contrario, presentan aspectos interesantes además del ornamental. Entre estas destaca la cintita, lazo de amor, cinta argentina o araña (Chlorophyton comosum), que en el interior de casas y oficinas retiene alto porcentaje de tolueno y monóxido carbono del aire.

No debe olvidarse que la naturaleza continúa siendo fuente de metabolitos con actividad biológica, por lo que numerosas especies están incluidas en investigaciones biomédicas.