Ciencias Agrarias, de la Ingeniería y de Materiales
Pensar la Arquitectura Bioclimática para lograr viviendas energéticamente eficientes
Este tipo de construcción plantea aprovechar los recursos naturales para optimizar el confort de los usuarios y lograr viviendas con ahorro energético.
En un planeta que cada día eleva más su temperatura, un informe del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC) afirma que el uso del aire acondicionado en los edificios aumentará drásticamente en los próximos años. Sus proyecciones estiman que el requerimiento eléctrico para refrigeración podría duplicarse para 2050, lo que aumentaría las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento. Esto hechos ponen en relevancia las soluciones arquitectónicas bioclimáticas para el ahorro de energía y el confort de los habitantes.
Victoria Mercado y Noelia Alchapar investigadoras del CONICET en el Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (INAHE-CONICET), explican cómo con la arquitectura sustentable es posible lograr edificios eficientes con ahorro de energía y mejorar de manera sustancial el confort interior. Afirman que la Arquitectura Bioclimática es la dimensión ambiental de la Arquitectura Sustentable, que se complementa con el aspecto económico y social. Esta disciplina basa sus principios en la utilización de estrategias y sistemas de climatización natural a partir del correcto uso de las variables climáticas como radiación solar, temperatura del aire, movimiento del aire, humedad relativa, entre otros recursos naturales.
“Es viable para mantener una temperatura de confort en el interior de una vivienda un diseño integral donde se considere orientaciones, formas, protección solar de las aberturas y una materialidad acorde al lugar, como así también es factible la implementación de algunos cambios de mayor y menor jerarquía para lograr transformar un edificio de mala prestación térmica y alto consumo energético en un construcción eficiente tanto térmica como energéticamente”, afirma Mercado.
Según las investigadoras esta arquitectura ambientalmente sustentable no siempre resulta más costosa que un proyecto que no considere este concepto. En este sentido, Alchapar comenta que: “La Arquitectura Bioclimática tiene que ver con el concepto de diseño que considera las condiciones climáticas y aprovecha los recursos disponibles del área de implantación del edificio, para disminuir los impactos ambientales y reducir los consumos de energía, con menores estándares de materiales y tecnologías. Hay que hacer mayor divulgación y concientización a usuarios y profesionales para derribar un preconcepto que indica que esta arquitectura es costosa”.
Este tipo de arquitectura puede obtenerse reformando una casa ya edificada o bien planificarse desde el inicio de la construcción, “Una casa para su diseño puede incluir conceptos bioclimatológicos, como la ubicación en el terreno y la orientación, características que no se pueden modificar después de construido el edificio. Sin embargo, existen numerosas estrategias que pueden rehabilitar energéticamente un edifico existente. Entre las medidas más drásticas, por el nivel de intervención necesario, se puede considerar: disminuir la transmitancia térmica de muros y aberturas mediante la incorporación de materiales aislantes en la cara exterior de paredes y techos; reemplazar ventanas con alta conductividad térmica; sumar aleros, parasoles y hasta realizar alguna abertura en muros para potenciar la ventilación cruzada”, explica Mercado.
Entre las medidas más sencillas para mejorar el rendimiento energético de las viviendas en periodos de verano está incorporar en las superficies de techos y fachadas de los edificios revestimientos altamente reflectantes a la radiación solar. Se trata de los denominados materiales fríos que presentan alta reflectancia solar, superior al ochenta por ciento, y alta emisividad térmica, superior al noventa por ciento. Ambas propiedades son sensibles a la capa exterior de la superficie expuesta a la radiación solar, por eso se los denomina “recubrimientos” para aplicaciones superficiales. Por su condición de capa externa afectan significativamente el equilibrio térmico de una superficie de la envolvente edilicia y urbana, es decir, techos, fachadas y calles expuestas a la radiación solar.
Bajo las mismas condiciones ambientales la temperatura superficial de los “materiales fríos” es menor que la de los materiales convencionales porque propician el enfriamiento radiativo. Por lo tanto, menor calor fluye desde la superficie exterior hacia el interior, lo que significa que se necesita menos energía para enfriar los edificios. Aunque hay que considerar también que los materiales fríos pueden aumentar la necesidad de energía para calefacción en los meses fríos, lo que se denomina “penalización por calentamiento”.
Un balance anual en el consumo energético en contextos de climas cálidos, como es el caso de la ciudad de Mendoza, demuestra que la penalización por calefacción es a menudo inferior a los beneficios de refrigeración, lo que hace que esta estrategia sea viable (por su simplicidad de colocación) y rentable (porque no involucra un sobrecosto en la construcción). Es decir, resulta una solución energéticamente eficiente para reducir los requerimientos energéticos edilicios y, por lo tanto, los costes asociados a los consumos de energía eléctrica.
Hay que considerar que el contexto actual de la Arquitectura Sustentable se considera tanto en las cualidades técnicas de los materiales aislantes como su huella ecológica y beneficios ambientales, basados en los conceptos de arquitectura vernácula. Este enfoque ha estimulado el desarrollo de materiales innovadores que promuevan el uso de materias primas enmarcadas en la renovabilidad, la reciclabilidad y alto rendimiento. La tendencia ha impulsado el uso de materiales derivados de compuestos orgánicos, fibras textiles y fibras de celulosa, entre otros. “En la actualidad, el mayor desafío para la aplicación masiva de estos productos es la industrialización en los procesos de la fabricación”, detalla Alchapar. Otro desafío, sobre el que advierten las investigadoras, es trabajar mediante la divulgación científica en una mayor concienciación del usuario final sobre la sostenibilidad.