La sequía provocada por “La Niña” en las montañas de Mendoza podría terminar
El fenómeno de La Niña afecta a los Andes Centrales alejando la nieve y vaciando los cauces desde hace diez años. A fines de este año podría comenzar a revertirse esta tendencia.
La provincia de Mendoza atraviesa su noveno año consecutivo de sequía hidrológica. Así lo explica Juan Rivera, investigador asistente del CONICET en el Programa Regional de Meteorología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCuyo-Gob. Mza).
Esta situación se debe al predominio de un fenómeno climático mundialmente conocido como La Niña, y que genera una disminución significativa de nevadas en la alta montaña produciendo un impacto directo en el caudal de agua de los ríos.
“La sequía hidrológica se produce por un cambio en la condición climática relacionado a La Niña que consiste en un enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico Tropical. Ese enfriamiento genera anomalías que se propagan y afectan distintas regiones en el mundo. En esta fase de menores temperaturas, en la superficie del océano, aparece esta condición de déficit de nevadas en alta montaña”, explica el investigador.
Rivera sostiene que este proceso se vio transitoriamente interrumpido, gracias al pasaje de la condición climática opuesta o El Niño, pero que no fue lo suficientemente importante como para revertir la tendencia. “En 2016 hubo grandes acumulaciones de nieve en alta montaña, pero eso no mejoró la condición de sequía hidrológica que se venía atravesando, porque el sistema hidrológico estaba en una condición tan crítica que el agua de deshielo primero suplió otras necesidades y solo el sobrante fue a parar al río”, afirma.
Algo similar ocurrió en este último período invernal pero, según el investigador, aunque la frecuencia de nevadas fue alta, la acumulación nívea estuvo un 30% por debajo de lo que se considera como un año normal, lo que se traducirá en el noveno ciclo consecutivo con poca agua circulando por los cauces de montaña.
Afortunadamente, los modelos indican que a fin de este año la tendencia podría revertirse. “La perspectiva a corto plazo es que se desarrolle un evento de El Niño hacia fines de la primavera, principios de verano de este año. El tema es que todavía estamos lejos del próximo invierno como para proyectar a nivel trimestral si va a tener algún impacto en las zonas de alta montaña sobre todo porque, según sabemos, sería de categoría moderada”, asegura el investigador.
Por lo pronto, frente a esta incertidumbre, Rivera aconseja tomar las precauciones necesarias. “Los pronósticos a futuro no se ponen de acuerdo si habrá mayor predominancia de eventos de El Niño o La Niña, pero sí hay una variabilidad de 20 a 30 años que modula la predominancia de ocurrencia de estos fenómenos. En las décadas de 1980 y 1990, por ejemplo, hubo predominancia de El Niño. Esto es un ciclo. Bueno, hay que pensar, investigar y en base a eso decidir, ante una época favorable, cómo aprovechamos esa nieve que sabemos que va a durar un periodo de tiempo determinado”, concluye.