Hidrología: la nieve es el recurso hídrico esencial de Mendoza
La nieve mendocina permite la existencia de los glaciares, regula el caudal de los ríos, y asegura la recarga de los acuíferos.
Por Mariano Masiokas, Ricardo Villalba, Pierre Pitte, Lucas Ruiz, Leandro Cara, Ezequiel Toum (IANIGLA, CONICET)
La escasez de agua que caracteriza al centro-oeste argentino se refleja claramente en la poca extensión que tienen los oasis de regadío comparada con la enorme superficie disponible que existe al pie de los Andes. En la provincia de Mendoza, por ejemplo, las tierras irrigadas representan menos del 4% del territorio. Sin embargo, allí se concentra más del 95% de la población y se genera gran parte del producto bruto provincial. En estos oasis de regadío la disponibilidad de agua para la subsistencia y desarrollo de la población depende en primera medida de la nieve que se acumula cada invierno en la cordillera de los Andes. Esta nieve tiene una relación directa y bien conocida con los volúmenes de agua que luego aportarán los ríos y arroyos de montaña. Así, los inviernos con mucha nieve generan grandes caudales y un aumento en la disponibilidad de agua proveniente de la cordillera, mientras que años poco nevadores resultan en una baja significativa en los caudales y en la disponibilidad de agua.
Mapa de duración promedio de la cobertura de nieve durante la estación fría (abril a octubre) en la parte alta de las cuencas hídricas de Mendoza, para el periodo 2000-2019. Colores más oscuros indican mayor permanencia de la nieve sobre el terreno. Fuente: Imágenes satelitales diarias provenientes del sensor Modis.
Esta nieve también tiene una importancia central para los glaciares, los cuales se forman y subsisten gracias a la acumulación de nieve y su posterior transformación en hielo. El derretimiento de la nieve y el hielo en la parte alta de las cuencas, y su infiltración a las capas subterráneas, permiten también la recarga de los acuíferos, que luego proveerán agua para consumo humano y para numerosas explotaciones productivas en las zonas bajas de Mendoza. Muchos ecosistemas naturales (aún aquéllos que no se encuentran en las partes altas de las cuencas hídricas) también dependen fuertemente del agua que proviene de la Cordillera para su subsistencia en el corto y largo plazo.
El reconocimiento de la nieve como el motor del sistema hidrológico andino de Mendoza se remonta a los trabajos pioneros del ingeniero hidráulico Galileo Vitali, y se refleja en las tareas de medición de acumulación de nieve que el Departamento General de Irrigación realiza cada invierno para desarrollar los pronósticos de derrame anual de los principales ríos. La creación del IANIGLA también refleja la problemática hidrológica: este instituto del CONICET fue creado a principios de la década del ’70 precisamente en respuesta a un periodo con escasas nevadas que alertaron seriamente a la población y a las instituciones de gobierno. En la actualidad, y debido a la alarmante situación hidroclimática que atraviesa la provincia, resulta imperioso reconocer y valorar la importancia de la nieve y de la cordillera como generadora de los recursos hídricos de Mendoza.
Pérdida de espesor
La menor acumulación de nieve durante la última década ha resultado en notables disminuciones de los caudales de los ríos y en la declaración de crisis hídrica, condición que en Mendoza se ha mantenido de forma permanente desde el año 2010. Las proyecciones climáticas de largo plazo tampoco presentan un panorama alentador para esta región de los Andes, ya que indican una tendencia al calentamiento y una menor acumulación de nieve en las próximas décadas. Los glaciares, como es sabido, no son ajenos a estas tendencias climáticas. Un estudio reciente donde participaron miembros del IANIGLA-CONICET demostró que los glaciares de los Andes Centrales perdieron, en promedio, cerca de 6 metros de espesor entre 2001 y 2017. Más de la mitad de estas pérdidas se dieron a partir de 2009, probablemente en respuesta a la disminución en la acumulación de nieve registrada en esta región en los últimos 10 años.
Análisis de imágenes satelitales diarias desde el año 2000 hasta la actualidad (Figura 1) muestran los sectores que acumulan nieve en la Cordillera y el tiempo que ésta permanece a lo largo del invierno. Esto claramente indica que las zonas más altas y frías acumulan y mantienen la cubierta nival por más tiempo, alcanzando en muchas áreas valores mayores al 50% (es decir, que están cubiertos por nieve durante la mayor parte del invierno). Estos sectores incluyen obviamente a los glaciares, pero son sustancialmente más extensos. Este es el caso de muchas laderas de montañas y valles cordilleranos que acumulan nieve durante el invierno y generan una infiltración y escurrimiento de agua, pero que se observan desprovistos de nieve durante los meses más cálidos del año.
“Torres de agua”
Con merecida razón las Naciones Unidas llamaron a las montañas del planeta las “torres proveedoras de agua”. En Mendoza esta comparación es absolutamente acertada. Las áreas de la Cordillera que acumulan nieve en el invierno y que también incluyen a los glaciares, a muchas vegas o humedales, y a zonas de recarga de los acuíferos, actúan en conjunto como los “tanques de agua” de la provincia. El macizo andino y sus ambientes naturales tienen además un innegable valor turístico, ecológico, patrimonial y cultural que es difícil de cuantificar en términos meramente económicos. Por ello, el cuidado y estudio de estas áreas debería considerarse prioritario en zonas de montaña, contando incluso con mayores niveles de protección y monitoreo que el que actualmente ostentan.
Para contribuir en el conocimiento de la nieve y sus variaciones en la provincia, en el IANIGLA-CONICET hemos creado el Observatorio de Cobertura de Nieve (http://estaciones.ianigla.mendoza-conicet.gob.ar/nieve/). Este sitio web, de acceso libre y gratuito, permite conocer los patrones temporales y espaciales de acumulación de nieve en la porción andina de Mendoza durante las últimas dos décadas.