Divulgación Científica

Espacio públicos, del uso limitado al uso popular

La popularización de los espacios públicos.

Compartir en redes sociales
20 de marzo de 2017

El espacio público, particularmente el espacio abierto urbano, es una construcción material, pero también un lugar cargado de significados que posibilita el desarrollo de actividades y actos de la vida social. A través de la ciudad y su espacio público es posible conocer el desarrollo urbano, político y social de una comunidad, ya que en esos espacios de la cultura, construidos históricamente, habitan representaciones, proyectos e ideologías.

En la historia urbana de Mendoza, el espacio público ha jugado un papel fundamental como generador de ciudadanía. Su desarrollo cronológico marca pautas que nos permiten conocer las distintas formas de apropiación de la ciudad, acordes a cada momento histórico, caracterizadas por una creciente democratización de sus usos.

Durante siglos, la ciudad que destruyó el terremoto de 1861 se desarrolló a partir de una trama de calles que encerraban el espacio público más significativo de la ciudad colonial: la plaza.

Plaza colonial. Fuente: Archivo Histórico de Mendoza.

La plaza Mayor fue el núcleo aglutinante de todas las actividades sociales y cívicas y sus edificios. Era el único lugar no construido, por lo que concentró acontecimientos y actividades de toda índole. Sitio de celebraciones, de cambio de autoridades, de ejecuciones y manifestaciones de fe, se reunieron en torno a ella la sede de obierno, la iglesia matriz, el mercado –que muchas veces era la misma plaza– y el solar asignado al fundador.

En la plaza tuvieron lugar todas las actividades que no podían desarrollarse en las iglesias, en las calles o en los patios de las casas. En ella se presenciaron corridas de toros, juegos de sortija o cañas y se escucharon edictos reales y ordenanzas municipales. Fue el escenario de la vida urbana colonial por excelencia, el único espacio para lo público, donde todo y todos confluían.

Sin embargo, a partir del terremoto de 1863, la Plaza Mayor dio lugar a otros modelos de plaza, más representativos de las nuevas ideologías gobernantes.

Mendoza tuvo en un área acotada dentro de la nueva ciudad: cuatro plazas además de la Independencia. Esta multiplicación de plazas (en 1863 eran siete, si se cuentan las dos del antiguo centro colonial) fue conformando un sistema de espacios secundarios que sirvieron, y sirven hoy, para diferenciar sectores de la urbe y para que la población se “repartiera” para la recreación entre esos lugares.

Se abandonaba así la concentración de personas y actividades en un solo espacio, por la extensión de ocupaciones y usos, incluso el de esparcimiento, al sistema formado por plazas, calles y más tarde parques, que se convertirían en el lugar de lo público.

La Plaza Independencia se usó específicamente como paseo, delimitada por los nuevos edificios cívicos. Esta plaza sirvió, sobre todo en sus primeros tiempos, como paseo de las clases altas. Su primer diseño se organizó alrededor de un lago en el que se podía pasear en bote, un pintoresco cerrito artificial y una glorieta, jardines, un quiosco donde se vendían refrescos, farolas y amplios caminos donde poder “ver y mostrarse”.

Plaza colonial. Fuente: Archivo Histórico de Mendoza.

Fue hacia fines del siglo XIX cuando Mendoza tuvo su primer parque urbano: el Parque del Oeste, hoy General San Martín. Aquí, como en París, el uso del parque en su primera época estuvo también limitado a las clases altas. La segregación de los sectores populares de este paseo en Mendoza puede tener como motivo su ubicación dentro de la ciudad, pero también la distribución desigual de los bienes materiales para uso recreativo (en este caso, el parque) en la sociedad.

En 1910, el Parque concentró los festejos del Centenario. Con la llegada al gobierno de dirigentes de corte popular y con la incorporación de equipamiento deportivo hacia los años 20, distintos grupos sociales fueron ocupando este espacio que, paulatinamente, fue convirtiéndose en un paseo popular.

En las décadas del 30 y el 40, la decisión política de abrir el principal paseo a más sectores de la sociedad se materializó con el emplazamiento del jardín Zoológico en la ladera del Cerro de la Gloria, el Teatro Pulgarcito y el diseño del Teatro Griego.

Más tarde llegaría el Balneario Popular Playas Serranas y la utilización del parque como escenario del primer Carrusel vendimial –ocurrido en 1936–, y de sucesivos festejos centrales de la Fiesta de la Vendimia que pasaron por la isla de Lago y el Autódromo, para finalmente recalar en el Teatro Griego.

Teatro Pulgarcito. Fuente: archivo personal Cecilia Raffa.

En pleno auge del primer peronismo se construyó en el paseo el Hogar Escuela (1953) y comenzó a ejecutarse el Hospital de Niños, ambos propiciados por la Fundación Eva Perón con el fin de cubrir las necesidades de los sectores más vulnerables.

Playas serranas. Fuente: Archivo Histórico de Mendoza.

En ese tiempo, el parque y las plazas habían entrado en la vorágine de la sociedad de masas, eran lugares de esparcimiento y ocio, de celebraciones, fiestas, actos políticos y exposiciones. Todo un derrotero de usos que pasó de estar destinado a unos pocos a ser masivo, en consonancia con los avances culturales y con las decisiones políticas de cada momento histórico.

Vendimia 1954. Fuente: Fundación del Interior.

Por: Cecilia Raffa