Divulgación Científica

¿Chagas en Mendoza? La insistencia de las vinchucas

Melisa Morales, becaria posdoctoral del CONICET en el IMBECU, repasa la complejidad de las dinámicas de transmisión relacionadas a la enfermedad de Chagas.

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18 de octubre de 2023

Por Melisa Morales – Becaria posdoctoral del CONICET en el IMBECU

Lejos de ser patrimonio de un pasado remoto y rural, la infección con el parásito Trypanosoma cruzi afecta a 1 millón y medio de argentinos que padecen Enfermedad de Chagas. A más de cien años de su descubrimiento, esta afección parasitaria aún es considerada una problemática vigente y prioritaria en términos de salud pública a nivel nacional y provincial. Las principales rutas de infección en nuestro país son la vía vertical (de madre a hijo) y la vía vectorial (a través de un insecto hematófago comúnmente conocido como vinchuca). A pesar de décadas de aplicación de insecticidas donde algunas provincias prácticamente han logrado eliminar la vinchuca doméstica, siguen emergiendo retos biológicos y ecológicos entorno a este exitoso grupo de insectos, que desafían a los programas gubernamentales de control.

Foto: Quentin Vandemoortele

Cuando se inicia una conversación sobre vinchucas y Chagas, una de las primeras imágenes que se nos viene a la cabeza suele ser la de una vivienda con techo de caña. Si bien esta imagen forma parte de un pasado existente, es importante actualizar la memoria RAM de nuestra mente y conocer que hoy en día las vinchucas pueden estar presentes en cualquier tipo de vivienda. Estos insectos se han adaptado a distintos materiales de construcción y actualmente están presentes en barrios de ámbitos urbanos y rurales. Por ejemplo, en la provincia de Mendoza habitan 8 especies diferentes de vinchucas en distintos ambientes. Inclusive fue Charles Darwin, quien en 1835 describió por primera vez a estos insectos durante su paso por Luján de Cuyo. Resulta que las vinchucas, también conocidas como “chinches” pertenecen a una familia muy antigua de insectos que habitan el continente americano desde hace millones de años.

Esto llevó a la comunidad científica a tener que dilucidar si las vinchucas ya estaban infectadas al momento de la llegada de los conquistadores europeos, o si fueron ellos quienes trajeron el parásito desde el otro continente. La evidencia paleontológica demostró la presencia del parásito en momias precolombinas datadas en 9 mil años de antigüedad demostrando que la Enfermedad de Chagas ya estaba instaurada antes del siglo XV.

Foto: Quentin Vandemoortele

Otra de las curiosidades que los científicos tuvieron que comprender fue por qué existían casas infectadas únicamente con un solo tipo de vinchuca, cuando en realidad observaban más de 150 especies de vinchucas diferentes también infectadas con el parásito. Por ejemplo, Triatoma infestans ha sido el único vector doméstico reportado en Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Sin embargo, otras especies llamadas vinchucas silvestres, también se hallaban en esos países, pero solían estar alejadas de las viviendas, generalmente refugiadas en huecos de árboles, piedras y nidos de pájaros. Hoy sabemos, que esta distribución ecológica diferencial se relaciona con uno de los determinantes más importantes para la enfermedad de Chagas. Desde hace miles de años las vinchucas comenzaron a adaptarse a las sociedades agricultoras y sedentarias. En tiempos prehistóricos, las vinchucas silvestres fueron llevadas de forma pasiva escondidas en troncos, leñas y hojas destinadas a la construcción. Estos insectos hallaron ventajas en los nichos artificiales, por ejemplo, buenos refugios y una oferta permanente de alimento representada por humanos y animales domésticos más tranquilos y accesibles que sus parientes silvestres. Estos procesos dispararon focos de infección y la consecuente transmisión vectorial del parásito en los asentamientos humanos primitivos.

A partir de este momento sólo algunas vinchucas fueron desarrollando adaptaciones fisiológicas y reproductivas que les permitieron tener ventajas para colonizar las viviendas y transmitir de manera eficiente el parásito, por ejemplo, las llamadas “domésticas”. Una las adaptaciones que persistió en este grupo de vinchucas, fue la sincronización del momento de succión de sangre junto a la defecación. Debido a que el parásito se elimina por la materia fecal de la vinchuca e ingresa al humano a través de la piel y/o mucosas, cuando la vinchuca se demora en defecar corre riesgo de eliminar el parásito lejos del cuerpo del ser humano. Es por ello que no todas las especies de vinchucas son igual de eficientes para transmitirlo. Algunas, se demoran varios minutos en defecar mientras que otras como Triatoma infestans lo hace sincronizado y eliminando un gran número de parásitos.

Foto: Quentin Vandemoortele

En parámetros reproductivos, si bien hay diferencias según las especies de vinchucas y las condiciones ambientales, todas nacen de huevos y libres de infección. Por suerte el parásito no se transmite a la descendencia. Por mala suerte, la hembra deposita cientos de huevos en lugares ocultos cuando comienzan los primeros calores primaverales (en el hemisferio sur). En el caso de las vinchucas domésticas, estos cientos de huevos suelen estar dispersos entre ropas, colchones y pequeñas hendiduras del piso y paredes de habitaciones. A pesar de su apariencia diminuta cuando las vinchucas salen del huevo, ya están preparadas para alimentarse de sangre de animales y humanos. Por lo tanto, en cualquier momento de su desarrollo pueden infectarse y transmitir el parásito.

A pesar del éxito de las vinchucas domésticas como Triatoma infestans, en los últimos años países como Ecuador, Brasil y Argentina han alertado sobre la presencia de vinchucas silvestres en domicilios y sus alrededores. Si bien son consideradas especies menos eficientes en la transmisión del parásito, éstas han logrado sobrevivir a las sistemáticas campañas de fumigación. Sin ir más lejos, en viviendas del Gran Mendoza, se han encontrado 5 especies de vinchucas silvestres, de las cuáles algunos ejemplares estaban infectados con el parásito.

Foto: Quentin Vandemoortele

La vigilancia de especies de vinchucas silvestres resulta clave dado que también podrían adaptarse al hábitat humano y ser vectores potenciales de relevancia epidemiológica. Algunos autores proponen que el avance de la urbanización, la deforestación e inclusive la transformación de tierras cultivadas en suelos desnudos podrían ser responsables del acercamiento de las vinchucas silvestres a las viviendas. En esta línea, a través de investigaciones llevadas a cabo por científicas del IMBECU, se demostró la presencia de ADN de humanos, palomas, cuises y murciélagos en vinchucas silvestres colectadas en viviendas del Gran Mendoza, demostrando la amenaza de estas especies en uno de los ambientes más transformados en las últimas décadas.

Las dinámicas de transmisión relacionadas a la Enfermedad de Chagas son muy complejas. Además de los determinantes expuestos, existen otros factores biológicos, ecológicos, culturales y sociales que modulan la permanencia de las vinchucas en los poblados y ciudades. Es por ello que, para encontrar soluciones, es necesario resetear el manual junto a acciones de vigilancia vectorial sostenibles que incluyan participación ciudadana, gubernamental y de la comunidad científica para evitar la recuperación y/o el establecimiento de las poblaciones de vinchucas.