Divulgación Científica

Biocostras mendocinas: qué son y para qué sirven

Las biocostras, comunidades de algas, musgos y líquenes que viven en los suelos de zonas áridas, estabilizan y fertilizan el suelo, son útiles como indicadoras de degradación o recuperación de ecosistemas, y tienen un gran potencial para el desarrollo de productos biotecnológicos.

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6 de diciembre de 2021

Por: Julieta Aranibar, investigadora independiente IANIGLA

¿Alguna vez han ido a caminar al piedemonte o monte mendocino y alguien les señaló las costras biológicas del suelo? ¿No? Entonces probablemente no han ido con estudiantes de Biogeoquímica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, o personal del grupo de Ecología y Biogeoquímica del IANIGLA.

Las costras biológicas del suelo, o biocostras, son comunidades diversas de organismos, incluyendo algunos que realizan fotosíntesis (producen alimento a partir de dióxido de carbono y luz) como algas, líquenes, musgos, hepáticas, y los que se alimentan de la materia orgánica producida por los anteriores, como nemátodos y bacterias. A simple vista, pueden observarse en el suelo como manchas negras. Si dominan las cianobacterias (algas verdeazuladas), como manchas negras con colores más verdes y rojizos; si dominan los líquenes; o como pequeños bosquecitos en miniatura si dominan los musgos.

Costras Telteca entre los arboles en Lavalle

Buscando con detenimiento, suelen encontrarse debajo de arbustos de hojas chicas, que permiten el paso de la luz, en la parte sur de montículos de roedores y cárcavas, donde el balance entre la luz y la conservación de la humedad favorece su desarrollo. También pueden encontrarse en lugares poco transitados de las zonas más áridas, donde pocas plantas vasculares (pastos, árboles, hierbas) pueden desarrollarse, por las condiciones extremas de sequía y radiación UV (ultra violeta), como en la Reserva natural Bosques Telteca (cerca de Costa de Araujo, Lavalle).

Estudio de Biocostras

Una vez detectadas a simple vista, si les agregamos agua, podemos observar cómo se hidratan, aparecen colores más fuertes, y comienzan a mostrar sus estructuras.

Sin embargo, ¿por qué nos interesan estas comunidades? Entre todos los procesos que realizan para sobrevivir en ambientes extremos, algunos de ellos mejoran la fertilidad y estabilidad del suelo, y otros pueden servirnos para desarrollar aplicaciones biotecnológicas.

Algunas cianobacterias de las biocostras forman células especializadas para transformar el nitrógeno del aire en nitrógeno disponible (proceso denominado fijación biológica de nitrógeno), fertilizando el suelo y aumentando la calidad nutricional de pastos y arbustos. Esto les permite sobrevivir en suelos muy pobres, y aportar nitrógeno al ecosistema. Otras cianobacterias producen una vaina de mucílagos, expolisacáridos, que les otorga protección contra la desecación, la radiación UV, y les permite desplazarse verticalmente en los primeros milímetros del suelo. Pueden deslizarse hacia la superficie en busca de humedad después de una lluvia, o hacia la profundidad, donde la radiación es menor, cuando el suelo se seca. Además, estos exopolisacáridos funcionan como un pegamento, que adhiere las partículas finas del suelo a las vainas, formando agregados estables.

De esta forma, los suelos cubiertos por estas costras tienen mayor estabilidad, y son menos sensibles a las fuerzas erosivas del agua y del viento. Trasladado a grandes extensiones, previenen la formación de polvo atmosférico, que afectaría negativamente nuestra salud.

Las biocostras mendocinas y su valioso aporte

La diversidad de estas comunidades, es decir, la presencia y abundancia de distintos organismos (líquenes, musgos, cianobacterias y hepáticas) cambia según el clima, conservación del ecosistema, y el tiempo desde que ocurrieron distintos disturbios, como los incendios. Por lo tanto, la diversidad y la distribución espacial de biocostras pueden indicarnos la recuperación de ecosistemas. En la reserva Telteca (noreste de Mendoza), por ejemplo, las costras se encuentran bajo refugios de arbustos o troncos en sitios donde el ganado circula libremente, y entre los arbustos, expuestas directamente al sol, en lugares de menor circulación de ganado. En la reserva Villavicencio, las biocostras cambian su composición según el tiempo desde que ocurrió un incendio, siendo más frecuentes las cianobacterias, en sitios recientemente incendiados.

Las biocostras son muy frágiles ante disturbios mecánicos como el pisoteo de animales, humanos, y vehículos, y demoran muchos años en recuperarse, por lo que debemos fomentar su conservación. Para cuidarlas, recomendamos circular por senderos establecidos cuando practicamos deportes o actividades recreativas como caminatas, cabalgatas, enduro, en bicicletas, motos o camionetas. De esta forma, disfrutamos del paisaje, y no destruimos las costras biológicas del suelo, que pueden aportar muchos beneficios a la sociedad.

Biocostras en líquenes

Las distintas propiedades de estas comunidades han llamado la atención de investigadores de todo el mundo, con los que intentamos desarrollar aplicaciones biotecnológicas. Trabajamos con investigadores de China para propagar biocostras y restaurar suelos degradados. De Cuba, con quienes intentamos cultivar y aplicar cianobacterias que aporten nutrientes a cultivos, y de EEUU, con quienes tratamos de descubrir la diversidad de cianobacterias mediante estudios ecológicos y moleculares.

Teniendo ya una idea sobre la ecología y distribución de las biocostras en el desierto del Monte, después de años de trabajo con estudiantes de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Ciencias Agrarias (UNCuyo), y con personal de Conicet (IANIGLA y IADIZA), ahora pretendemos encontrar las condiciones óptimas para su propagación y aplicaciones biotecnológicas. En particular, queremos encontrar condiciones de luz, nutrientes, y sustrato que fomenten la producción de exopolisacáridos y la fijación de nitrógeno, y las condiciones de aclimatación que permitan su supervivencia en terreno. Tenemos especial cuidado de utilizar especies nativas de cada ambiente, para evitar la invasión de especies exóticas, que podrían afectar la diversidad de cada lugar, o no resistirían las condiciones extremas de temperatura, radiación o sequía, propias de cada ambiente. También tratamos de extraer sólo las porciones que necesitamos y vamos a estudiar mediante proyectos concretos, evitando colectas innecesarias, que sólo las destruirían.

Por lo tanto, la próxima vez que visiten áreas naturales de Mendoza, los invitamos a buscar estas biocostras, observarlas, hidratarlas, fotografiarlas, apreciarlas, sin colectarlas, pisotearlas, destruirlas, ni removerlas de su lugar, considerando todos los beneficios que pueden ofrecernos si las conservamos.