Divulgación Científica

Becaria doctoral del CONICET premiada por su investigación en redes de interacción ecológica en bosques nativos

María Florencia Miguel fue distinguida por su estudio sobre el impacto de la actividad humana en la interacción entre mamíferos terrestres y el algarrobo.

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19 de junio de 2018

Las modificaciones del ambiente natural por causa de las acciones humanas pueden afectar las interacciones entre los animales, y entre los animales y las plantas que habitan en un lugar determinado. María Florencia Miguel, becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCuyo-Gob. Mza) obtuvo el premio Christopher Miller, que otorga la organización Neotropical Grassland Conservancy de EE.UU., por un trabajo en el que analiza cómo los cambios en el uso de la tierra afectan la estructura de las redes de interacción entre animales frugívoros y el algarrobo (Prosopis flexuosa).

En colaboración con el Prof. Pedro Jordano y como parte de una pasantía en el Integrative Ecology Group (EBD) en Sevilla, España, Miguel analizó redes de interacción entre algarrobos y mamíferos en bosques nativos de la Reserva de Biósfera de Ñacuñán -un área protegida de Mendoza- y bosques circundantes con actividad ganadera. “Lo que se hizo fue simular la oferta de frutos del árbol y con trampas cámara se observó qué especies de animales visitaban los árboles, cuántas visitas hacían y cuántos frutos consumía cada una. Con esos datos se construyeron redes de interacción a nivel individual, que fue algo novedoso ya que generalmente estos análisis se hacen a nivel de especies”, explicó la bióloga sobre el estudio, que fue parte de su tesis doctoral dirigida por las Investigadoras Claudia Campos y Solana Tabeni.

Con un modelo importado de los estudios sociales -llamado ERGM-, que nunca antes se había usado en la investigación de redes de interacción ecológicas, la especialista analizó un conjunto de variables que involucraban cuatro escalas de observación, incluyendo atributos individuales del algarrobo y algunas características del ambiente. “Se consideró la altura del árbol, el número de frutos en la copa, el número de frutos en el suelo, la estructura vegetal debajo del árbol y la heterogeneidad de las áreas para conocer cómo se estructuraba cada red y compararlas entre las áreas con y sin intervención humana”, detalló la especialista.

De este análisis surgieron diferencias en las redes de interacción de las zonas comparadas: “Si bien los frugívoros son los mismos, lo que varía es la intensidad con la que algunas especies interactúan con los árboles y esto difiere entre el bosque protegido y el bosque bajo uso. Por ejemplo, especies mutualistas, como el cuis común, que comen los frutos y dispersan las semillas, son más frecuentes en áreas ganaderas. Por el contrario, pequeños roedores que se alimentan de las semillas, llamados en este contexto depredadores, realizan visitas a las plantas más frecuentemente en el área protegida”, describió.

Otro dato importante que arrojó el estudio fue que en los sitios con ganadería los frugívoros interactúan más con árboles de menor porte: “El hecho de que el árbol esté rodeado por otras especies vegetales aumenta la probabilidad de atracción de los frugívoros. En el área sin pastoreo esa variable no es significativa”, aclaró la experta.

“También se ven diferencias en la estructura que tienen las redes, en el número de módulos que se forman. Los módulos son grupos de nodos (en este caso algarrobos y mamíferos) que interactúan más entre sí y menos con otros módulos de la red. En los sitios que tienen ganadería encontramos que la red que se forma tiene más cantidad de módulos que en la red del área sin ganadería”, explicó la bióloga.

La especialista afirmó que lo más importante de estas investigaciones es que los resultados pueden aplicarse al manejo de los bosques protegidos: “Todas estas variaciones en las redes tienen que ver con las formas de uso de la tierra en estos bosques. Hay distintas variables que actúan a diferente nivel dependiendo del manejo que tenga el sistema. Esto explica cómo interactúan las especies y sus consecuencias en procesos ecosistémicos claves, como la dispersión de semillas”, concluyó.

Sobre investigación:

  • María Florencia Miguel. Becaria doctoral. IADIZA
  • Solana Tabeni. Investigadora Adjunta. IADIZA
  • Claudia Campos. Investigadora Independiente. IADIZA
  • Pedro Jordano. Estación Biológica de Doñana (Sevilla, España)

Cita del artículo científico:

Miguel MF, Jordano P, Tabeni S and Campos CM. (2018). Context-dependency and anthropogenic effects on individual plant-frugivore networks. Oikos. doi: 10.1111/oik.04978. 

Neotropical Grassland Conservancy